Extraído de mi diario.
6-9-13
Estoy en Máncora. Encontré un hostel que me gustó. Me habían advertido mucho sobre la delincuencia y la violencia en este pueblo. Yo lo siento más tranquilo que Trujillo, Chiclayo y Barranca.
Mi mochila llegó ayer sana y salva. Me dí cuenta que mi mochila es como mi casa. En ella tengo muchas... bueno, algunas cosas que quiero y otras que son útiles en el viaje. También me di cuenta que podía prescindir de ellas y seguir. Ahora siento la necesidad de alivianarlas.
Ayer conocí a Luis, un chico de 27 años. Es un hombre sensible, simple. Él es de Ayacucho, de origen quéchua. Trabaja en la feria, vendiendo tejidos de la sierra. Me contó que vivió dos años en Lima, con una familia budista que le enseñó muchas cosas. Todo el tiempo remarcaba que le gustaba conocer a las personas para aprender. Me contó que como los niños de su pueblo no conocen el mar y la mayoría nunca va a saber cómo es, una vez les llevó una botella con agua de mar, para que la prueben. Que le gusta levantarse bien temprano e irse a domir bien tarde, para vivir más. Charlamos un montón y fue una linda compañía.
Ahora estoy frente al mar. El sol empieza a quemar. Creo que se viene un chapuzón!
8-9-13
Al final no me di ningún chapuzón. Cerca de la orilla hay tanto viento, que el frío me acobardó.
Ayer fuimos con Luis al faro, a ver el atardecer. Me sorprendió que quiso besarme. Yo no quise. No le había dado ninguna señal de onda. Hablamos y me contó que le cuesta mucho acercarse a las mujeres, que no sabe cómo hacer. Me generó ternura. Parecía un niño en cuerpo de grande. Le aclaré que yo no tenía ninguna otra intensión que la de ser amigos.
Hoy a la mañana me levanté y me senté a desayunar en el patio del hostel. Al ratito vino una pareja hermosa: Ana (ecuatoriana) y Daniel (alemán). Me quedé charlando con ellos toda la mañana.
Al medio día desocupé la habitación y me fui a almorzar al mercado. Ahí me invitó a sentarme a la mesa Esteban, un argentino.
Me contó que estaba en Máncora hacía un mes y medio y que trabajaba en un hotel, haciendo guardia de noche. Pasaba toda la noche despierto. Le pagaban 5 soles por día. Nada. Por lo menos le daban hospedaje, pero eso le jugaba en contra porque le pedían cosas fuera de su horario. Estaba siendo explotado, pero él accedía porque estaba sin un cobre. En todo Perú hay mucha explotación.
Después fui a saludarlo a Luis, para despedirme. Pensé que era un lindo gesto después del episodio del faro. Pero antes pasé por el cajero, saqué dinero para pagar el pasaje a Cuenca, Ecuador, pagar el hostel y tener algo encima para el cruce de frontera.
Luis me propuso caminar por la playa y acepté. Caminamos mucho. En un momento me preguntó qué llevaba en la mochila. Me pareció raro. Pero cómo Luis tiene en su modo de hablar una onda que me
recordaba a Forrest Gump, en el sentido de que parece ingenuo por demás,
no le di importancia. Le dije que tenía la cámara de fotos y las cosas que necesitaba para el día. No le dije que también tenía la tablet, el celu y otras cosas. Las llevaba conmigo porque al entregar el cuarto del hospedaje, mi mochila quedaba en el patio, sin ningún tipo de protección. Creí que lo más seguro era llevar los objetos de valor conmigo.
Luego pasamos un lugar donde había un guardia que nos hizo una seña que no vi. Luis le respondió con otra seña, indicándole que ya volvíamos. Yo le dije que prefería no seguir. Él me respondió que me quedara tranquila, que él conoce, que el guardia le dice eso a los turistas, pero que no pasa nada. Avanzamos más y, al no ver gente, empecé a intranquilizarme. Le dije que volvamos. Se mostró medio triste por mi decisión, pero no hizo problema. Yo no quería estar a solas con él. Sólo fui a despedirme, caminar un poco por la playa es lindo, pero no tenía intenciones de generar nada más.
Dimos la vuelta y a los pocos metros vimos que venían hacia nosotros dos hombres que habían tapado sus cabezas con sus remeras. Luis exclamó: Uy, no! Vienen a robarnos! qué hacemos?
De un lado teníamos el mar. Más adelante sólo había desierto. Al otro costado, una lagunita. Bueno, pensé, no hay mucho por hacer. Antes que generar una escena violenta o de persecusión, mejor les doy mis cosas. Además, no sé si Luis está aliado con ellos o no.
Cuando estaban a pocos pasos uno saca un cuchillo enorme. Dice: quédense tranquilos y dénme todo. Metieron sus manos en los bolsillos de mi short y me sacaron toda la plata. Me robaron 80 soles y la mochila entera. Por suerte me dejaron los documentos y las tarjetas de crédito. A Luis le quitaron su celular y 15 soles. Era todo lo que llevaba.
Luego se fueron corriendo. Le dije que quería hacer la denuncia. Trató de disuadirme alegando que los policías están arreglados con los delincuentes. Me mantuve firme. Mientras caminábamos pensaba: ¿por qué Luis me expuso a tanto peligro?, ¿se había puesto de acuerdo con ellos?
9-9-13
El comisario lo hizo salir del despacho a Luis y me preguntó de dónde lo conocía, desde cuándo y si confiaba en él. Para el oficial, él era sospechoso. La verdad es que las circunstancias lo hicieron quedar así. Fue una situación tensa e incómoda. Luis no tenía su DNI y el policía le ordenó que lo trajera. Fue llamativo que Luis se resistiera, pero luego fue a buscarlo a su hotel.
Al regresar, me pidió disculpas. Yo no quería inculparlo. Creo que sucedió por ser demasiado ingenuos los dos.
Ahora estoy pensando, tratando de descifrar la enseñanza de la vida con los dos episodios en tan corto tiempo con mis mochilas.
En ambos casos sentí que podía seguir viaje. Hoy pensaba que hubo cosas que pensé en regalar y no lo hice. Al final, con el robo, perdí los objetos y la oportunidad de darlos como gesto de cariño.
Por la noche salía el bus a Cuenca. Ana y Daniel me regalaron una porción de torta para el viaje, para que no te lleves como última impresión de Máncora el robo y veas que también hay cosas buenas.
Obviamente esta nota no tiene fotos porque me robaron la cámara. Para los que quieran conocer un poco de Máncora, les recomiendo ver la película que lleva el mismo nombre. Pueden verla desde aquí:
Obviamente esta nota no tiene fotos porque me robaron la cámara. Para los que quieran conocer un poco de Máncora, les recomiendo ver la película que lleva el mismo nombre. Pueden verla desde aquí:
Demás esta decir que desde que sucedió el robo, en mi cabeza hubo una ametralladora de "si hubiera...", "tendria que haber...". Pero la realidad es lo que sucedió. Seguramente al leer el relato también hayan surgido en sus cabezas esos "hubieras", entonces les propongo transformalo en un proceso creativo y escribir en la sección de comentarios un relato imaginario cambiando el final, desde que ven venir a los ladrones. Se animan?
Para los que quieran viajar:
- Cuidado en la playa! No pasen más allá de donde está el guardia de seguridad y no es recomendable ir a la playa de noche.
- Recomiendo el hostel Casa turquesa. Lo atiende una señora mayor que es muy cálida y el precio es razonable (15 soles). Tiene internet, pero no tiene agua caliente. Otra opción es Balsa y Totora, tiene internet, agua caliente y es más caro (20 soles).
- Mujeres: tengan cuidado, los surfers buscan enamorar turistas para que los mantengan, les paguen y compren cosas. Vi y me contaron infinidad de casos.
- Para cruzar la frontera a Ecuador, recomiendo que sea en un micro directo a otra ciudad. La frontera de Tumbes también el peligrosa. Conocí a una chica australiana que le robaron en el taxi el propio taxista y un hombre más que se subió.