lunes, 8 de abril de 2013

Hacia la tierra de los hippies

Hace mucho tiempo que escucho hablar de este pueblo. Quienes lo nombran, lo hacen con añoranza. Por eso decidí incluirlo en mi camino y luego de una hermosa tarde en el río con Nadia, José, Ana y Carla, el próximo destino sería este.

En Cuesta Blanca
Hice una parada de hora y media en Capilla del Monte, tiempo suficiente para presenciar un señor chubasco (palabra que aprendí en el viaje y que hace referencia a la lluvia que dura poco, pero que es con toda su intensidad.)
Me hospedé en Argimon, que lo atiende Roxana y su hija, Abril. El lugar es hermoso y ellas le dan el toque especial. A travez de Roxana me entenré de muchas historias coloridas del pueblo. Estoy segura que García Marquez se haría una fiesta con ellas!


El Jardín del Hostel

La sala de estar
Es un pueblo tranquilo y con muy buena onda. En la dictadura cobijó a muchos jóvenes que eran perseguidos por sus ideales. Muchos de ellos, hippies. Como no tenía intervención militar, bastaba no registrar el cambio de domicilio y que la municipalidad no registrara crecimiento demográfico, para que no se descubriera lo que estaba sucediendo.
Hoy, cuando se habla de hippies, se piensa en un estereotipo que está bastante lejos de lo que originalmente son. Hippie no es quien está tirado en la plaza tomando alcohol o fumando porro sin hacer nada. El hippie tiene como uno de los ejes principales de su vida  el autosustento y producir todo aquello que precisa: sus alimentos, su ropa, la propia casa. Practica el desapego y por estar fuera del sistema no le llama la atención la práctica del consumo. Opta por un modo de vida comunitario, donde compartir es la moneda. Entre quienes integran la comunidad, funciona el trueque, haciendo que el dinero no tenga un papel tan protagónico. Tanto en Epuyen como en San Marcos, encontré que se manejan de este modo.
Dentro de esta idiosincrasia, la creatividad, el arte, la libre expresión, conectarse con el sentir, con el ser, es fundamental.
Vean las recomendaciones que dan en en centro de información turística:


Según Roxana, hay una amplia mayoría de mujeres. Por decir una proporción, ochenta por ciento mujeres y veinte por ciento de hombres. La mayoría de los emprendimientos son llevados adelante por las mujeres.
Un producto típico de San Marcos es la miel. Todos los años, en el verano, se festeja la fiesta de la miel y se elije  a la reina y al zángano!  Qué requisitos hay que cumplir para poder ganar el primer puesto de zángano  Ser un vividor, no trabajar, ser mantenido por una mujer. Al parecer esta es una figurita tan repetida y se ríen de sí mismos haciendo esta celebración.


Otra anécdota que me contaron es que una vez Justine, una mujer del pueblo, sintió que quería entrar a caballo, desnuda, a la catedral. No encontró motivo para contenerse y un día lo hizo.
De estas historias hay miles y le dan ese toque especial al pueblo. 
Un día fui al almacen que está frente a la plaza y en la heladera estaba pegado este cartel:



He disfrutado mucho mi estadía allí. Pasé largo tiempo en el río san Marcos y visite el rio Quilpo, que esta a cuatro kilometros.

Río Quilpo

Río Quilpo

Río San Marcos


Río San Marcos
Subí dos veces el Cerro de la Cruz, desde donde se aprecia una bellísima vista panorámica. Una vez de día y la otra a la media noche, siguiendo un camino plateado, iluminado por la luna llena... y al llegar arriba vi el pueblo iluminado, el cielo lleno de estrellas, una luna imponente y, a lo lejos, las luces de Cruz del Eje.

Vista panorámica de San Marcos
Ya el miércoles empezó a llegar la multitud que iba para semana santa y todos los hospedajes estaban llenos. El jueves por la tarde, luego de una visita fugaz al río Quilpo y proponerme volver en otra oportunidad con más tiempo, tomé el micro a Córdoba, para reunirme con Nadia y José. A la noche me esperaba una larga travesía a Santiago del Estero.









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