viernes, 8 de noviembre de 2013

Entrando a la selva

Atravieso un portón verde, tal como me lo indicaron. Avanzo unos metros hasta divisar una cabaña de madera y techo de paja toquilla.
Se acerca un hombre de torso desnudo y un collar de semillas de guayruro con un colmillo. Es Marco. Se presenta con un apretón de manos y me conduce a la casa. En el altillo armaron una carpa para mí, con un colchón, sábanas y mantas. Para mí, un paraíso!


Toda la casa es de madera, incluso la mesa y las banquetas de la cocina, lo que le da un clima cálido y hace sentirla en perfecta comunión con el entorno verde. 
Para bañarse, colocaron un tubo que trae agua del río hacia un arroyito. El agua cae como un chorro entre medio de los árboles. Construyeron un dec, que permite bañarse con comodidad. Bañarse desnudo en medio de la naturaleza es un placer indescriptible. Una de las veces en que me estaba bañando, sentí que alguien me miraba. Giro y veo que una baca blanca me observa fijamente, sin parpadear. Qué pensaría?


Marco es de la etnia Andoas. Mari, su mujer, procede de la etnia Shuar. Ellos preservan muchas de sus costumbres en la vida cotidiana. Son una familia muy humilde viviendo en un terreno lleno de recursos naturales.


Mari se dedica a cultivar. En esta época del año se cosecha plátano, papa china y yuca y esa es la base de su alimentación. Un día la ayudé en el campo. ¡Qué trabajo! Me salieron ampollas en las manos y me quedó doliendo la cintura. Pero también: ¡qué placer cultivar tus propios alimentos!
Marco es artesano, chamán y administra la finca. Con él fue con quien compartí más tiempo. Conoce profundamente la selva porque vivió y se crió en ella. Me contó cuales son las diferentes formas en que una persona puede contraer una enfermedad, me habló bastante de plantas medicinales, en especial de la ayahuasca, que la considera uno de sus maestros. También me dijo que para que las plantas curen, hay que tener fe en ellas, que si no nada sucede. Uno no puede permanecer pasivo, el deseo de sanar tiene que estar presente para que pueda procesarse bien la medicina.
Un día me invitaron a cazar hormigas voladoras. Son unas hormigas grandes, que al parecer son muy nutritivas. Salimos a las 4.30 de la madrugada hacia los hormigueros. Marco y Maria iban abriendo camino con sus machetes en algunas partes más espesas.  Marco fue por un lado y Maria y yo por otro. El suelo era resbaladizo y no se veia bien donde poner el pie. Casi llegando al hormiguero se largó a llover. Al amanecer, todas las hormigas salen volando hacia el sol. Entonces ellos las engañan con una antorcha y las capturan en una bolsa, mientras vuelan. Nos colocamos debajo de un árbol, esperando a que escampe y a que el sol comience a emerger. Empecé a sentir picazón en el brazo, el cuello y, al rascarme, noto que me habían subido hormigas gigantes, cada una de ellas del tamaño de una falange. ¡Estaba justo sobre el hormiguero! Opté entonces por quedarme bajo la lluvia y sacar una a una las hormigas. Al final, como no paró de llover, no pudieron cazarlas. De todos modos fue una experiencia interesante.
Otro día fui con Marco a caminar a la selva. Nos internamos en lo que se llama selva primaria hasta llegar a una cascada donde nos bañamos.



Para mí fue un mundo nuevo: caminar con botas de caucho, andar sobre un suelo pantanoso, irregular, a veces movedizo, caminar por el río. En el trayecto me fue señalando algunas plantas medicinales. Al llegar, Marco pescó durante algunos minutos lo que sería luego su cena. Antes de ingresar al agua me indicó que frotara en mi cuerpo una hierba que crece a la orilla del río. De esta manera, el agua no me sentiría un agente externo y quedaría protegida de la picadura de bichos o cualquier otra cosa. Fue impresionante sentir la cantidad de energía y oxígeno que había en las cascadas. Parecía que el oxígeno hacía fuerza para entrar en los pulmones.
Luego emprendimos el regreso, en el pude cumplir uno de mis sueños de niña: ¡tirarme en una liana como Tarzan!, ¡Qué divertido!
Me maravillaba cómo en ese medio que para mí era exuberante y caótico, Marco se orientaba a la perfección. Eso hizo que me sintiera segura todo el tiempo.


Para quienes quieran viajar:

  • Recomiendo visitar http://portalalaselva.blogspot.com/ y hacer alguna de las actividades que ofrecen.
  • El Malecón del río (en la ciudad de Puyo) es un lugar hermoso para hacer caminatas y bañarse en el río.
  • No utilizar perfumes ni cremas con aroma. Eso atrae a los mosquitos.
  • No olvidar el repelente!






6 comentarios:

  1. La energía de la selva es impresionante las cascadas tienen gran cantidad de iones negativos, y fuerza magnética ademas de el sonido esos son verdaderos lugares para sanar sin duda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa energia se siente y te impregna! Es un hermoso lugar para conectar con la vida. Gracias por tu comentario!

      Eliminar
  2. fue un tour pago? o fuiste invitada por la familia?

    ResponderEliminar
  3. Que experiencia tan hermosa... es mágico todo lo que se vive en la selva, es volver a los orígenes...

    ResponderEliminar

Suscribíte al blog y viajá conmigo!