sábado, 5 de enero de 2013

La palabra dividir me gusta cada vez menos


Hay un tipo de viajero que es muy particular: el rodamundos. Integran una comunidad que ha proliferado a lo largo del planeta, sumamente solidaria y con mucha buena onda. Se dedican a viajar en bicicleta. 
Tuve la suerte de conocer a algunos de ellos y en especial a Nadia, José y Jorge, de los que hable en la nota "Momentos mágicos en Cafayate". Los primeros con el plan de dibujar con sus ruedas una línea desde La Quiaca a Ushuaia y el último haciéndolo desde Alaska y con el mismo destino.
La primera noche decidimos cenar los cuatro juntos. Se nos hizo un poco tarde y cuando nuestros estómagos comenzaron a chillar fuimos en busca de algún almacén abierto en Cafayate.
Si bien hacía quince días que estaba viajando, aún tenía algunos vicios de la ciudad y de mi actividad. En ese entonces acababa de dejar de dirigir una institución en la que mi rol requería optimizar el tiempo, cumplir plazos, hacer que otros los cumplan también y estaba habituada a delegar tareas.
Por algún motivo, aún estando de vacaciones y sin necesidad de "cumplir" con nada ni nadie, me sentía apurada. Íbamos los cuatro a la despensa cuando uno ya podría estar poniendo a hervir el agua, otro yendo por el postre y así seguramente haríamos en una hora lo que nos llevaría dos si los cuatro hacíamos todos los pasos juntos.
Entonces propuse: qué les parece si distribuimos las tareas?
Los tres me miraron, sonrientes, casi con cierta compasión y Nadia me dijo: cual es el apuro? Es más lindo si vamos juntos.
>Debo reconocer que en un primer momento me incomodé. Tenía el chip de "aprovechar el tiempo". Pero luego me di cuenta que lo disfruté más y que había aprovechado mejor ese tiempo compartiéndolo con estas tres hermosas personas.
>Repetimos esta misma escena en las siguientes comidas, como si fuera un ritual de familia. No hizo falta preguntar comemos juntos?, llegada la hora dábamos por sentado que contaríamos con los otros.
Debo confesar que fue la primera vez que se me ocurrió pensar la posibilidad de convertirme en una biciviajera
Pensé que a veces hasta trabajando en equipo es muy fácil tender a aislarnos. En muchas circunstancias lo más provechoso es dividir tareas, pero no siempre el tiempo es lo que "vale oro", a veces lo más fructífero es disfrutar el momento y las compañías.
Esta forma de organización la tomamos de las fábricas modernas, que siguieron el modelo taylorista aplicado por Henry Ford. Cada empleado tiene una tarea, siempre la misma, en la que se especializa hasta que pueda realizarla más veloz y eficientemente.  No interacciona demasiado con sus colegas, ya que cada uno está ocupado en lo suyo. Así transcurren entre ocho y catorce horas (de a cuerdo al tiempo que trabaje) de aislamiento de esa persona y también de su concepción del todo del que está participando, ya que solo le atañe que esa tarea o esa pieza estén realizadas en forma y tiempo adecuados.
Esa conciencia fragmentaria propuesta por la industrialización se ha plasmado en la sociedad y en nuestro propio cuerpo. Exagero? Veamos qué sucede en la medicina. Cada vez hay más especialización a partir de un estudio segmentado del cuerpo. Muchas veces se pierde de vista que el hombro izquierdo que está dolorido forma parte de todo un sistema y si uno se maneja con la medicina tradicional tiene que recurrir al traumatólogo especialista en hombros... cuando ese dolor pudo haberse ocasionado por una compensación en la posición corporal por una molestia surgida en otra parte del cuerpo. Tal vez se arregla el hombro, pero no el origen del malestar.
Entonces la acción revolucionaria es integrar. Integrarnos. Creo que la diferencia va a estar cuando empecemos a  comprender no sólo intelectualmente, si no también orgánicamente que nosotros como seres vivos estamos integrados a los demás seres, al planeta y al Universo. Hay un capítulo de la serie Cosmos, del científico Carl Sagan, donde muestra que todos y todo estamos compuestos básicamente por lo mismo solo que combinado de forma distinta!
Cuando lo vemos así, dañar o ignorar a otro ser vivo (sea un humano, un animal, una planta, un río - si, me tomo el atrevimiento de considerarlo un ser vivo, al igual que a la Tierra) es como dañar o ignorar una parte nuestra. 
Estoy segura de que si todos tuviéramos presente esto todo el tiempo, nuestro comportamiento sería más cuidadoso, contribuyendo al cuidado de la vida en todas sus manifestaciones, asumiendo la responsabilidad de co-crear juntos una realidad donde no haya hambre, todos puedan acceder al cuidado de la salud, los ríos estén limpios y la vida sea la prioridad, mucho antes que el dinero o la cantidad que se produce en menos tiempo.

1 comentario:

  1. Muy linda nota Gabi. Tenés razón que uno viene preseteado y es todo un trabajo de desaprender en el viaje/vida para descubrir que es lo que realmente nos agrada y es propiamente nuestro dentro de toda esa mochila que traemos de antes. Tati

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