viernes, 9 de agosto de 2013

Tarija, la andalucia de América


Luego de los innumerables obstáculos que fuimos sorteando con Marta, llegar a Tarija y que Alvaro nos estuviera esperando en la terminal de buses fue una bendición!

Él es Álvaro, un gran amigo!

Fuimos a su casa y nos presentó a sus padres: Orlando y Lucy, que nos recibieron muy afectuosamente, brindándonos calor de hogar.
Conversamos un poco, fuimos a comer una pizza con Alvaro y rápidamente nos dispusimos a descansar.
Al día siguiente comenzamos a escuchar los rumores de un bloqueo de rutas. La mayoría de los lugareños pensó que no se realizaría... pero estaban equivocados. Marta casi entra en un ataque de nervios, acabábamos de huir del paro de transporte en Argentina y ahora estábamos en una situación similar en Bolivia. Terminó resolviéndolo súper bien: consiguió un vuelo barato a Santa Cruz y al día siguiente despegó.
Yo decidí quedarme. Hay muchos lugares bellos para conocer en Tarija y sus alrededores. Lo que no sabía era que el bloqueo no iba a permitirme salir de la ciudad!
Lustrabotas con toda la onda


En la plaza central de Tarija


Conversando en un almuerzo, Orlando me contó que trabaja encuadernando documentos. Siempre quise aprender a encuadernar. Le pregunté si me enseñaría y aceptó gustoso. Fue un aprendizaje que me encantó. Compartimos unas cuantas horas de trabajo y en ese tiempo disfruté de la presencia de mi maestro. El es un hombre muy accesible, de pocas palabras, gran corazón y generosidad.

Aprendiendo a encuadernar
Los primeros ejemplares

Cuando le fui tomando la mano a este arte, pensé que podría ser una forma de sustentar mi viaje y encaré una producción en serie. Debo reconocer que me gustó mucho más fabricarlos que venderlos y al final regalé la mayoría a personas especiales que me fui cruzando en el camino.
Con Lucy compartimos más que nada la cocina. Al principio ella no podía creer que no comiera carne. En todas las comidas me preguntaba: pero nada de carne? Luego de unos días, se animó a dejarme cocinar y le pareció fascinante. Se entusiasmó con las recetas que le fui compartiendo y se creó un espacio nutritivo de intercambio.
Alvaro es un anfitrión de primera. Todos los días se hacía un espacio para llevarme a conocer algún lugar o alguna persona. Me presentó a sus amigos, sus familiares y todos me integraron con rapidez. Me hicieron sentir todo el tiempo bienvenida.
D´Angela, Álvaro, yo y Giovana.

Salida fotográfica nocturna


La casa dorada


Monumento al vino




Camino al Valle


Humor chapaco




El Valle y los viñedos



Todas las mañanas Andrecito y Saraí, los sobrinitos de Alvaro, iban a la casa, a compartir la mañana con sus abuelos. Al principio me ignoraban por completo. Un día organizamos una clase de Yôga para toda la familia. Los niños estaban inquietos, porque querían hacer la clase, pero estábamos esperando a algunos que llegaban demorados. Entonces empezamos a jugar. También estaba Ari, otra de las sobrinitas. Tomamos las frazadas que íbamos a utilizar para la práctica y nos enroscamos en ellas como si fuéramos canelones. Fue muy divertido. A partir de ahí, se rompió el hielo y nos la pasamos jugando todos los días un poco. Qué placer!
Andrecito
Saraí
                                 
Los amigos de Alvaro merecen un capítulo a parte. Con quienes más compartí fue con Giovana y Bicho. Salimos un montón de veces, fuimos a una peña, a un show musical, al Valle. Cualquier excusa era buena para encontrarnos.

Gran trío!


Gio y El Bicho.
En la Peña

Giovana organizó una clase de Yôga con sus amigas y Alvaro nos cedió su oficina. Fue hermoso compartir con ellos una breve muestra de esta maravillosa filosofía.

Después de la clase
Con las primas de Alvaro compartimos charlas interesantísimas y un dia fuimos a conocer San Francisco. Este lugar es un pueblo colonial, donde se encuentra la casa de Moto Mendez, uno de los revolucionarios de Bolivia. Allí probé Aloja de maní y de cebada. No sé como se prepara, pero es una bebida extremadamente dulce. También comimos las blanqueaditas, unas empanadas dulces, rellenas de dulce y cubiertas con merengue. Muy buenas!
                                      
Blanqueaditas











Ese mismo día, por la tarde, fue el cumpleaños de Andrecito, el sobrino de Álvaro. Fui invitada al festejo y me sentí muy honrada por eso. Me llamó la atención que es costumbre cantar el feliz cumpleaños, soplar las velitas y entregar los regalos al inicio de la fiesta. En Argentina, cuando se soplan las velitas es señal de que la fiesta está llegando a su fin. Otra costumbre que me pareció divertida es que, luego de soplar las velitas, el cumple añero tiene que darle un tarascón al pastel. En los festejos de adultos, generalmente el homenajeado se liga un tortazo en ese momento.

Una de las noches volvíamos a la casa y vimos que en la cuadra de enfrente había unos mariachis. Era una serenata para una chica que cumplía años y su novio y sus amigos decidieron sorprenderla de ese modo. Alvaro me contó que es muy común homenajear así a una chica. No siempre con fines románticos. A veces se juntan los amigos, uno toca la guitarra y todos le cantan desde la vereda. Muy divertido!

El bloqueo me retuvo quince días en Tarija. A medida que pasaban los días la situación se ponía peor. No tenía idea de cuánto tiempo tendría que esperar. La familia de Alvaro fue muy generosa y con el tiempo el cariño fue creciendo. Sentí que un poco nos adoptamos mutuamente y sabia que luego seria difícil partir.


Bloqueo de calles en Tarija
Durante los días de bloqueo, una vez fui caminando al centro y había una marcha de docentes. Cuando llegaron a la plaza, un vocero subió a una tarima y comenzó a hablar, incentivando a la gente a mantener el paro. Luego subieron dos dirigentes más y me llamo la atención que el último, al finalizar sus palabras, dijo: hermanos, alguno mas quiere subir a expresarse? Qué genial!


Marcha de docentes en Tarija

Tarija fue mi primer paso dentro de Bolivia. Es un lugar al que me encantaría volver. Sé que nos llevamos en el corazón y que en algún momento volveremos a cruzarnos.

Lucy, yo, Orlando, Álvaro y Paola.



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