miércoles, 12 de junio de 2013

Antofagasta de la Sierra, una de las maravillas del mundo

A las ocho de la mañana ya estábamos en la "chata" listos para ir rumbo al volcán Galán. No me alcanzan los adjetivos para describir el asombro ante tanta belleza.

Con Adrián, nuestro guía

Creo que la mejor forma de expresarlo es con un tema de Gustavo Santaolalla, que nos acompañó durante la excursión. Pongan play para acompañar con el audio la nota ;)



Descubrí en qué se inspiraba Dalí!
  
 
 



Flamencos


Mariana, Silvia, Bruno, Yo y Michaela
    
Fumaderas o geisers

Llegamos a más de cuatro mil metros de altura. Es impresionante sentir que los pulmones se achican y que el aire no alcanza.
En esta oportunidad Sil volvió a apunarse, pero Adrián no contaba con un tubo de oxígeno, por lo que a lo largo de la tarde los síntomas fueron empeorando hasta que tuvimos que llevarla a la salita de atención de la mina.
El apunamiento no es para asustarse y puede prevenirse. Sugieren: tomarse uno o dos días para aclimatarse a la altura antes de hacer excursiones. Tomar abundante agua. Cuando hay poco oxígeno en el aire, el cuerpo puede asimilarlo del agua, pero para eso hay que beber antes de que asomen los síntomas de apunamiento. Comer liviano y, en lo posible, bastante ajo, cebolla y vitamina c.
La jornada fue larga y quedamos exhaustos. Esa noche fuimos a dormir temprano. Los chicos se iban al día siguiente, ya que se les acababan las vacaciones y yo decidí quedarme unos días más.
A la mañana los acompañé a tomarse el micro y luego volví al hospedaje, saboreando todavía lo lindo que fue compartir con ellos estos días.

Ese día decidí descansar. Venía de un ritmo muy acelerado de viajes y excursiones y necesitaba aclimatarme un poco.
A la tarde Adolfo, con quien nos conocimos en Barranca Larga, me propuso ir en moto a conocer unas pinturas rupestres que quedaban cerca. Lo dude un instante, porque las motos me daban cierto temor. Pero como en este viaje me propuse hacer las cosas que no suelo hacer, le dije que sí y le conté de mi miedo. La verdad es que gracias a él me deshice de esa inhibición que tenía. Fue super cuidadoso todo el tiempo.
Ver las pinturas que dejaron perennes aquellos pobladores de hace más de nueve mil años atrás me llenó de emoción. Sentí que era una forma de estar comunicados más allá del tiempo.



Al ver el impacto que tuvieron en mí esas pinturas, Adolfo me propuso llevarme a conocer otras que están en diferentes partes de la región y fuimos a visitarlas en diferentes días.
Adolfo conoce mucho la zona y transmite un amor profundo su tierra.Trabaja en el hospital de Antofagasta como agente sanitario, yendo a los puestos que están en las montañas, viendo qué tipo de asistencia requiere cada uno. Hay lugares a los que solo puede acceder a caballo. Le toca enfrentarse a realidades muy crudas todos los días. Me contó algunas de sus experiencias y me generó una mezcla de admiración, aflicción, ganas de conocer esas realidades y de ayudar.

El observador

...y lo observado
Otro día fui a subir el volcán negro que se ve desde el pueblo y a la laguna que queda cerca. Casualmente él pasó por ahí y me mostró el pucará que está al lado de la laguna y que me había resultado invisible. Si uno mira distraidamente, sólo se ven las piedras negras despedidas por el volcán. Pero si se acerca, ve las  construcciones. Los pobladores de ese lugar fueron muy astutos. Utilizaron esas piedras para construir un pueblo camuflado.

El Volcán

Las ruinas de la ciudad hecha con piedras de volcán

En el pueblo hay dos museos: el del hombre y el minerologico. El primero es muy pequeño, pero ilustra bastante cómo es la cultura del lugar, tanto por lo que expone como por cómo es expuesto. El segundo es sencillo y asombroso al mismo tiempo. Su fundador es minerólogo y recolectó una cantidad increíble de piedras de todo tipo. Quedé boquiabierta.
Ahora también se dedica a hacer escultura en piedra pomes, una actividad que requiere de mucha dedicación y conocimiento, ya que se rompen con facilidad y, si se mojan, tardan tres meses en secarse!




El taller donde hace esculturas de piedra pomes

El recorrido más desafiante que hicimos en moto fue hacia el campo de piedra pomes. Fueron como dos horas de ida y otro tanto de vuelta. Gran parte en camino de ripio. Les aseguro que el traqueteo repercutía directamente en los discos intervertebrales. Sin embargo era tan bello el paisaje, que contrarrestaba todo malestar.
Casi llegando encontramos a unos alemanes que se quedaron atascados en la arena, por ir con un auto que no era adecuado y, además, no conocer el camino. Cual superhéroe, Adolfo los rescató en menos de media hora. Luego los invitó a seguirnos, para que lleguen de manera segura a conocer el campo.
El lugar es increíble y lo disfrutamos con luz de atardecer.

Adolfo rescatando a los alemanes


En el campo de piedra pomes
Me costó mucho irme de Antofagasta. Sus paisajes son increbles y la gente que conocí fue muy, muy amable. Sin embargo la magia del camino me invitaba a continuar.
Luego de la terrible experiencia con El Antofagasteño, quería evitar a toda costa viajar nuevamente en esa carcacha móvil y averigué por todo el pueblo quién podría llevarme en auto. Así conocí a Facundo, un salteño que tiene un empredimiento de turistmo que se llama Andes Challenge. Me propuso encontrarnos en El Peñón al día siguiente y de ahí ir juntos en su auto. Él iba a Salta y yo tenía planeado pasar por mi querida Amaicha del Valle  visitar a mis amigos Lalo y Rodi.

Vista panorámica de El Peñón

Una casa de El Peñón
De camino a Amaicha, cerca del mediodía pasamos por Laguna Blanca y vimos que un vehículo de El Antofagasteño estaba parado en la mitad de la ruta, en el medio de la nada. Estaban ahí desde las cuatro de la madrugada sin agua, alimentos, con mucho frío y esperando a que llegue un refuerzo de la empresa. Con mucha indignación ayudamos como pudimos: subieron tres personas al auto y las alcanzamos a sus pueblos, dejamos botellas con agua y algunas galletitas que teníamos.

Me llevó varias semanas procesar lo vivido en Catamara y Antofagasta. Ver a los pobladores tan acostumbrados a ser perjudicados por quienes tienen el poder. Ver que sus reclamos caen en oídos sordos constantemente.

Llagar a Amaicha fue como volver a casa.

Para quienes quieren viajar:
  • Tomar recaudos para la altura (sin asustarse!).
  • Buscar a Adolfo Fabian para hacer caminatas interesante o travesías en moto.
  • Contratar a Adrián Fabian para las excursiones en 4 x 4.
  • Evitar utilizar el servicio de El Antofagasteño.


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