martes, 13 de agosto de 2013

La comunidad Suzuki en Bolivia

Cuando se acercaba el fin de semana, se rumoreaba que iba a haber en todo Bolivia cuarto intermedio, que es una tregua de los bloqueos. Decidí que iba a aprovecharlo para salir de Bolivia. No sabía para dónde rumbear. Si dirigirme hacia el este, y visitar Paraguay y luego Brasil o si ir a La Quiaca, esperar unos días, y ver si lograba seguir el plan de conocer Bolivia y seguir la ruta andina.
Me decidí por lo último y el domingo viajé por la mañana a Villazón, para luego cruzar la frontera a Argentina y me dirigí directo a Yavi, un pueblito que está cerca de La Quiaca, donde vive mi amigo Pablo.
El trayecto fue largo y cansador. La ruta da muchas vueltas y el estómago lo siente.
El reencuento con mi amigo fue lindo y fue un lujo hospedarme en su hostel, que es una casa antigua de adobe, con camas antiguas y un patio enorme, en el que de noche pueden apreciarse las estrellas.

Pablo en la entrada de su casa
Allí conocí a Ariana (de Gualeguaychu), Florencia y Romina (uruguayas), tres viajeras con muy buena onda con las que compartimos varias cenas y charlas super interesantes.
Como ellas iban también a Bolivia, esperamos juntas unos días a que la situación de ese país estuviera más calma. 
Así fue como comenzó a gestarse la Comunidad Suzuki. La palabra Suzuki viene del uruguayo y se refiere a quienes no se bañan muy seguido... es decir, viene de su-cio, su-zuki. En nuestro caso no se trataba de hacer una oda a la roña, ni un piquete en contra de las duchas. Si alguno de los lectores tuvo la posiblidad de estar en La Quiaca durante el invierno, sabrá que para bañarse hay que pensarlo seriamente. El frío es muy intenso. Del lado de Bolivia es mucho peor.


Ari, Pablo, Romi, Flor y yo en la cocina de Pablo.

Flor y Ari

Pablo y Romi
En La Quiaca se sumó Nico, otro urugayo, que integró la comunidad algunos días. La frontera de La Quiaca es toda una experiencia. Se ven personas con sus espaldas cargadísimas de peso, transportando mercaderías.






De ahí fuimos a Tupiza, para seguir luego a Uyuni. Tupiza es un pueblo lindo. Su paisaje me hacía recordar a Salta, Argentina. Si bien hay varias caminatas para hacer ahí, optamos por ir directo al salar de Uyuni.

Mirando los horarios del tren

En Uyuni contratamos la excursión de tres días, en la que se recorre el salar, las lagunas roja, verde y blanca, las piedras de Dalí y el árbol de piedra. 
Contratamos a la agencia Ripley, que nos había sido recomendada por unos israelies que conocimos en el camino.
A los otros grupos que fueron con esa empresa les fue mejor que a nosotros. Tuvimos un chofer-guía que casi no nos hablaba, que nos hacía cargar los bultos a las mujeres y en una camioneta que se descompuso varias veces. A la vuelta tuvimos que prestarle dinero para el combustible.
A pesar de eso, los paisajes valen mucho la pena. Es una inversión de dinero para ver maravillas de la naturaleza. Compartimos la excursión con Guido, el conductor, Linn de Suecia, y Manuela de Suiza.

Primera parada: el cementerio de trenes

Estamos felices, se nota?



Las Suzukis
Luego de la parada fotográfica nos dirigimos a la Isla del pescado, que también es conocida como Inca Huasi. Desde allí hay una hermosa vista del salar y un poblado de cardones que parecían encenderse al atardecer.







Pasamos la noche en un hotel de sal. Si, los ladrillos eran bloques de sal! El cielo era increíble. Salimos a esperar que asomara la luna y lo hizo con todo su esplendor. Esos son momentos en los que uno se siente feliz, realizado... y qué simple!

Al día siguiente fuimos al Parque Nacional Avaroa, donde están las lagunas. Vimos flamencos y aguas de diferentes colores. En estas tierras, lejos de toda civilización, es donde la tierra se explaya con toda su magnificencia. No dejabamos de asombrarnos ante tanta belleza.





Nico
La segunda noche fue la más fría que viví en toda mi vida. Creo que llegó a hacer quince grados bajo cero. En el hospedaje no había calefacción. Me puse toda, TODA, mi ropa y unas cuantas frazadas y casi no dormí del frío.
Nos levantamos a la madrugada para poder estar a las seis de la mañana en los geisers. Esa fue otra maravilla: ver el vapor caliente saliendo de la tierra, en un entorno que era heladísimo.

Foto: Romi


De ahí fuimos a las aguas termales. Era muy loco también que en medio de ese frío haya aguas calentitas, a más de treinta grados de temperatura.



Luego nos dirigimos a la Laguna Verde, donde vimos flamencos, picos nevados y nieve.

Guido, Manuela, Flor, Linn, Romi, Nico, Yo y Ari.

Nieve!

Una vez finalizado el recorrido emprendimos la vuelta a Uyuni. Como el pueblo nos había parecido muy comercial y la experiencia en la excursión nos dejó el sabor de que con nosotros, por ser turistas, iban a relacionarse queriendo sacarnos dinero, decidimos ir directamente a Potosí.

Llegamos de noche, muertos de cansancio y de hambre. Buscamos un hospedaje donde dejar nuestras cosas y tipo diez de la noche salimos en búsqueda de un restaurante. Todo estaba cerrado, era el día de las madres y los negocios se habían cerrado temprano. Por suerte encontramos una pizzería que, a pesar de que estaban cerrando, nos recibieron y comimos una de las mejores pizzas del viaje.

Potosí es una ciudad hermosa, para caminarla mirando los balcones de madera, las callecitas, los carteles de las calles, las miles de iglesias que hay (pareciera haber una por cuadra!).

En la plaza central


En Potosí se ven montones de estos pasillos



Lo infaltable en el mundo Suzuki: el pan!

La casa de la Moneda







Desfile de aniversario de una escuela

Soltando globos rojos


El cerro

El Suzukimóvil


De ahí fuimos a Ojo del Inca, una laguna que tiene aguas termales naturales. Era un placer estar en el agua calentita, observando las montañas y el cielo alrededor.


Luego de una semana de estar en Potosí, mi amigo Álvaro, de Tarija, me escribe diciéndome que viene a una reunión y que si estoy, nos veamos. Estuvo buenísimo reencontrarnos! Ninguno pensó que sería tan pronto.
Pasé una noche más en Potosí y al día siguiente estaba lista para ir a Sucre. Por la mañana, fui a la cocina del hostel a prepararme el desayuno y había un chico rubio, muy simpático, que parecía extranjero pero hablaba perfecto el español boliviano. Una combinación interesante.
Nos presentamos. Él es Simón. Es de Suecia, pero parte de su familia es de Sucre. Luego de charlar bastante y pasear un poco por la ciudad, me ofreció hospedarme en Sucre.

Con Simón, en La Recoleta
Nos quedamos en la casa de su abuelita. Es una casa bellísima, colonial, con varias habitaciones y un patio interno. Ahí conocí a Reina, la mujer que nos preparaba deliciosos desayunos y almuerzos, con quien tuve charlas de corazón a corazón. Me compartió la receta de la sopa de maní vegetariana, que en una próxima nota será publicada, para que vayan probando recetas de los lugares donde estuve.

Reina
Paseamos por esa ciudad bellísima, que es tan diferente al resto de Bolivia. Casi todas las casas están pintadas de blanco, tiene un estilo más europeo, la gente se viste con un look más occidental y se nota mayor preocupación por la estética.









Monumento a las mujeres

The Beatles 

Los almuerzos fueron en lo de Ana, la tía de Simon, una mujer con mucha fuerza y generosidad.

Simón y Ana

Fue hermoso conocer a Simón y su familia. Cuando uno está viajando, ser recibido en una casa es una bendición. Yo me siento muy agradecida, ya que hasta ahora me ha tocado conocer personas bellísimas y llegar a casas donde se respira amor.
Simón es muy jóven, pero con mucha sabiduría y lucidez. Nos hemos reído a montones y compartido momentos hermosos. Siento que en muy poco tiempo nos hicimos amigos. Tuve el honor de compartir con él los últimos días de su viaje. No voy a olvidar que la última noche me confesó: no pensé que volver iba a ser más difícil que emprender el viaje. 
Él se fue por la mañana y yo me quedé hasta las 20hs recorriendo un poco más. En Sucre se ven tejidos hermosos, que son confeccionados en Tarabuco, un pueblo de tejedores. También me llamaron la atención las rejas de una iglesia. En ella había ángelitos, niños, que parecían querer decir algo.

Un angelito un tanto... fálico.

Otro angelito triste

Un niño triste, sin sexo y queriendo salir

Los carteles de las calles son muy educativos, todos tienen reseñas

Visité varios museos en los que pude ver las máscaras típicas de carnaval de cada lugar de Bolivia, los tejidos y, en uno de ellos, encontré la Jefatura de Descolonización. Ese nombre llamó a mi curiosidad y fui a preguntar de qué se ocupaba esa secretaría.
Como su nombre lo sugiere, trabaja para revalorizar las culturas Quechuas, aymaras y todas las que existían y siguen estando luego de la colonización. Fue muy interesante escuchar al funcionario, que me atendió muy amablemente. También están elaborando una ley para la despatriarcalización de la cultura. Observaron que había un índice altísimo de violencia en los hogares y comenzaron a realizar campañas para combatir ese problema. Así, establecieron que se prohíbe la venta de alcohol a partir de las 23hs., el consumo de esa bebida en la vía pública y revalorizar a la mujer.


Me dio alegría ver que desde el gobierno se estén ocupando de eso.

De Sucre fui a La Paz, donde me reencontré con las Suzukis. Sentí que nos estábamos volviendo familia. Ellas se estaban hospedando en una casa y yo fui a Achacachi, a la casa de Milton, donde volveríamos a encontrarnos con  las chicas al día siguiente.
En la Plaza San Francisco

La Iglesia San Francisco

Mercado de Brujas

Calle Antigua de La Paz

Achacachi es un pueblo chico. Recibe muy poco turismo, por lo que nosotras, teniendo rasgos tan diferentes eramos las gringas. En Achacachi hace mucho, mucho, mucho frío. Queda de camino a Sorata y cerca también del Lago Tititcaca. 
Milton recibe a muchos turistas en su casa. Es un anfitrión de primera. Le encanta conocer la cultura de quienes lo visitan, intercambiar música, películas, recetas. Está siempre sonriente y de buen humor.
Con él fui a conocer una de las márgenes del lago Titicaca y, cuando las chicas llegaron, hicimos una caminata a una de las montañas que quedaban por ahí cerca. Es una zona que está llena de ruinas arqueológicas, pero que todavía no fueron investigadas. La gente del lugar sabe donde estan y cómo llegar. Algunos prefieren no ir por supersticiones. Pero Milton es super curioso y todos los sábados organiza caminatas para ir conociendo toda la región.

Milton, Romi y el hermano de Milton

Momento Suzuki: la cocina
Caminando en la montaña




Los domingos, Achacachi se viste de mercado


A los pocos días fuimos a Sorata, un pueblo emplazado en montañas selváticas. Ese lugar es realmente bello. Allí nos encontramos con Tati, una amiga de Ari, que se sumó a las Suzukis.
A pesar de estar en ese lugar paradisíaco, fue muy poco lo que pudimos recorrer, ya que llovió con intensidad todos los días de nuestra estancia y el suelo estaba tan embarrado que era complicado caminar sin resbalarse.
No hay mal que por bien no venga, dice el dicho, y en el hostel conocimos a un grupo de chicos con los que lo pasamos de diez. Nos enseñamos juegos de los distintos paises, bailamos, cocinamos, reimos, jugamos como niños. Ellos son: Eric, Tibo, Luke e Yan.

A la hora de votar, que sea con conciencia!

El día que nos fuimos, salió el sol

Eric, un gran amigo

Saliendo del hostel

La montaña tejida

A quién les recuerda este monumento? :P

A la orilla del río, encuentro de viajeros

El arte de la araña y la lluvia

Tibo y Flor en la Plaza


Con todos nos volvimos a cruzar, luego, en alguna otra parte del camino.
Los días en Sorata los recuerdo como los más divertidos de Bolivia. Los ataques de risa que tuvimos fueron geniales.
En la ruta, camino a Copacabana

La parada de buses con un cartel interesante:
Cuando yo cambio, el mundo cambia
Retornamos a Achachi y nos organizamos para ir a La Isla del Sol, en el Lago Titicaca. Es un lugar paradisíaco. Nos hospedamos en lo de Alfonso, en la ladera de una montaña, lo que nos permitía tener una vista panorámica bellísima.
Saliendo de Copacabana

Ari y Tati en la lancha hacia la Isla

Romi, Flor y yo
Vista desde las alturas de la Isla

El atardecer

En la Isla hay chanchitos sueltos por todas partes


En la playa
Cocinábamos en un horno a leña, las duchas eran sólo con agua fría, motivo por el cual nos volvimos más Suzukis que nunca.

Los primeros días reposamos. El lugar te invita a la contemplación y así lo hicimos. La sensación era la de estar quieto, para fundirse en la naturaleza.
Espontáneamente se armaron grupos de práctica y algunas mañanas y tardes hicimos Yôga. Fue hermoso. Para muchos era el primer contacto con esta filosofía y para mí fue muy gratificante donar mi conocimiento a esas personas con las que compartí tan lindos momentos.
Hay caminatas lindas para hacer y ruinas para conocer. Pero a mí me había pegado fuerte la altura y cuando emprendía alguna, enseguida me mareaba. Decidí respetar mi cuerpo y esos días en la Isla fueron más tranquilos para mí.
Tibo y Romi
Con Tibo


Una oveja distraída en el camino
Luego las integrantes de la comunidad Suzuki fuimos tomando diferentes caminos. Pero seguimos conectadas. Fue muy hermoso compartir con ellas este mes.
Cuando se está en grupo, uno de los aspectos más difíciles es concordar en lo que todos quieren hacer. Viajando hay muchas cosas para consensuar: qué comer, cómo repartir las tareas, hacia donde ir, cuanto tiempo estar en cada lugar. No dejaba de sorprendernos la sintonía que tuvimos el tiempo que estuvimos juntas. Todo se volvía más lindo al ser compartido y estar rodeada de tanta energía femenina también estuvo buenísimo.
Nos transformamos en nuestra familia y nos cuidamos cuando alguna se enfermó, nos apoyamos cuando nos poníamos tristes, buscábamos todo el tiempo el bienestar de todas. 
La verdad es que fue un placer conocerlas y compartir cada uno de los días.
Flor, Tibo y yo partimos rumbo a La Paz, para participar del Inty Raymi en Tiwanaku el 21 de junio. Pero esa vivencia se las contaré en otra nota.
Dejo acá mi agradecimiento a esas cuatro bellas mujeres, las Suzuki, a quienes espero que el camino vuelva a encontrarnos muchas veces más en este periplo.



3 comentarios:

  1. que lindo regalo Gabi!!! para nosotras tmb fue asi, hermosos momentos compartidos!!
    Hasta la proxima!!!
    Flor y Ari

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  2. GABY QUE BUENO CONOCER TU DIARIO Y TU TRAVESIA POR BOLIVIA Y EL MUNDO ... LINDOS RECUERDOS SEGUI ADELANTE
    1000.ton el PONCHO ROJO DE LA NIEVE :) .

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