miércoles, 2 de octubre de 2013

Adiós Perú! Hola Ecuador!

Luego del robo me vi envuelta por una tristeza profunda. No sólo por la situación que viví, si no porque esto responde a una problemática social más profunda.
A las 23hs me subí al bus que me llevaría de Máncora a Cuenca, Ecuador. En el trayecto venían las imágenes del asalto, las preguntas sin responder, los "hubiera" y la conclusión de ser más precavida de ahí en adelante.
Al llegar a Huaquillas, la frontera, el bus cruzó directamente a la sucursal de la empresa donde desembarcó alrededor de diez paquetes con mercancías. Después retornó a la oficina fronteriza. Algunos bajamos del bus a sellar el pasaporte y otros no. Luego subieron oficiales de aduana que nos miraban como si tuvieran visión de rayos X. Nos demoraron como una hora revisando mochilas y valijas. Había algunos comerciantes ecuatorianos que traían ropa para vender, en pequeños bolsos, para evadir impuestos. Me daba bronca que se detuvieran tanto con estos trabajadores. Al final no llevaban tanta cantidad de prendas.
Cuando por fin terminaron con su trabajo, el micro arrancó. Cinco minutos después se detuvo. Una camioneta le traía los bultos que habían dejado en la sucursal. Al parecer este tipo de evasión sí estaba permitida.
A las seis de la mañana llegué a Cuenca. Hacía frío. Esperé a que sean las ocho para llamar a Alejo, mi primo, que vive ahí junto a su mujer, Elizabeta.
Fue rico llegar a un lugar donde hay familia. Sentí que necesitaba reponerme del susto, pensar qué hacer, cómo seguir. Me sentí vulnerable y me daba un poco de miedo seguir. Pensé que no sólo tenía que sacarle peso a mi mochila, si no también a cómo me tomaba las cosas. Había caminado dos días todo Cuenca buscando una mochila de mano, buscando "la adecuada". Al segundo día me reía sola de mí misma. Tenía que ser una mochila que cumpla la función, nada más, y que sea prescindible en caso de pérdida o robo. También sacarle peso a viajar sin sacar fotos, al valor de los objetos y hasta a la mochila grande en sí.
Un aprendizaje que devino de la situación en Máncora fue confiar más en mí. Ver bien con quién comparto y estar más alerta. Por otro lado, dejar de relegar el cuidado de la memoria de mi viaje a la cámara de fotos y que ese registro esté en mí, con todos mis sentidos. No es que no disfrutara intensamente lo vivido, pero me doy cuenta que había cierto descanso en la cámara. Desde que no la tengo escribo más y estoy más atenta, más presente.
Los días en la casa de Ale y Eli fueron lindos y extraños al mismo tiempo. Extraños porque nunca había compartido tanto tiempo con mi primo. Nuestra historia familiar hizo que casi no tengamos vínculo. O sea, este encuentro fue como empezar a conocernos. Para mi fue una experiencia hermosa, reparadora. A pesar de esa distancia, era clarísimo que somos de la misma familia... no sé cómo explicarlo. Tal vez es lo que siente una rama cuando ve a otra del mismo árbol. Lo que más me gustó de Cuenca fueron las charlas con Ale.

Cocinamos rico!
Justo estaba Manu, el hermano de Eli, por lo que hicimos algunos paseos juntos. 

A lo lejos, Eli y Manu




La primera noche Manu preparó una pizza casera riquísima!

La pizza que cocinó Manu
Cuenca la recorrí de un modo muy diferente a como venía. La caminé de lado a lado buscando algún negocio de objetos usados, con la esperanza de poder reponer aunque sea la cámara de fotos y seguir registrando el viaje. No encontré.
Los primeros días me pasó algo que ahora me parece gracioso. No quería mirar mucho, porque no iba a poder sacar las fotos que veía. Luego hice lo opuesto: observaba con detalle para que ese registro quede en mí.
Cuenca es una ciudad hermosa. Hay muchos turistas y residentes extranjeros. Es una ciudad muy cultural, con exposiciones de arte, super ordenada. Me contaron que todos los días procesan alrededor de cincuenta peticiones de extranjeros que piden la residencia.
Recomiendo mucho visitarla!


Las calles y la arquitectura son muy bellas. En el mercado se pueden conseguir menúes entre US$ 2,50 y 3.
La oficina de turismo de Cuenca te orienta muy bien y los folletos que entregan son de muy buena calidad. Me dieron un mapa vial de todo Ecuador. En ningún país de los que recorrí me entregaron.

Para los que quieran viajar:


  • Visitar las Iglesias, que tienen construcciones imponentes.
  • Caminar las calles e ir al mirador Turi, desde donde se obtiene una vista panorámica de la ciudad.
  • Visitar las exposiciones de arte.
  • Visitar La casa de la mujer, un centro artesanal llevado adelante por mujeres de las comunidades.
  • Para comer bien y barato: el mercado.
  • Se puede visitar el Parque Nacional Cajas
  • El museo Pumapungo (del Banco central). Entrada gratuita.

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