jueves, 7 de marzo de 2013

Buscando una vida mejor - Esquel y Trevelin



Vista panorámica de Esquel desde el Cerro de la Cruz

El pueblo que pierde su lengua
pierde el vehiculo de su cultura,
pierde el poder de comunicarse
con el mismo código.
Aime Painé
 
Esquel y Trevelin fueron fundados por galeses hacia finales del 1800 y principios del 1900. Estos colonos huyeron de Gales cansados de la opresión de los Británicos que los obligaban a trabajos forzados en la minas, les impedían hablar su propio idioma y les imponían su cultura.
El predicador de la Capilla galesa de Trevelin, Isaias, me contó que en las escuelas de Gales habían prohibido que los niños hablaran su idioma nativo. Entonces crearon un sistema. ¿Recuerdan el juego de "la mancha"? Uno es mancha y para dejar de serlo tiene que tocar a otro. Cuando lo toca, ese otro pasa a ser mancha. Cuando termina el juego, el último que quedó siendo mancha, pierde. No sé si ese juego se originó en la maquinaria opresora de los británicos, pero es muy curioso el parecido con el recurso que emplearon para erradicar el galés. Si un niño hablaba ese lenguaje, le ponían un cartel que decía "no hablar galés". Instantáneamente ese nene se transformaba en guardián (mancha) y tenía que estar atento a ver si alguno de sus pares pronunciaba alguna palabra en ese idioma. Si así ocurría, se liberaba del cartel y se lo pasaba al otro. Al finalizar el día, el portador del cartel era el castigado. 
El museo mapuche que, sin exagerar, tiene un espacio de 1,5m x 1,5m. en el centro cultura Melipal es muy pequeño y expone algunos telares, objetos de plata y publicaciones. Conversando con la mujer que lo atiende, me contó que con el pueblo mapuche fue muy parecido.
 
Centro Melipal
 
Los galeses vinieron a Argentina y se establecieron primero en Trelew.  Al parecer tuvieron muy buena convivencia con los Tehuelches, quienes les enseñaron a poder manejarse bien en estas tierras. Según Isaias, fue uno de los pocos ejemplos en los que los colonos llegaron sin ánimos de colonizar a otros, si no simplemente asentarse y vivir una vida digna y tranquila.
Tal vez tenga que ver con los motivos de su fundación. Casi todas los que que conocí en Esquel venían de otras tierras buscando un cambio de vida. Era una constante. Personas de distintos tipos, de diferentes ciudades, queriendo un cambio vinieron a Esquel.
Una de ellas, y la que más me impactó, fue David. Él atiende el hostel El caminante. Se brinda de lleno a la tarea y se ocupa de que todos los que pasamos por allí nos sintamos bienvenidos. Supo mirar mis ojos y verme y sin conocer mi historia una tarde me dijo un montón de cosas que necesitaba escuchar. Luego me contó su historia. Por qué se había ido de su ciudad de origen, cómo había llegado a Esquel. Me estremeció. Me llegó profundo. Con él comprobé que siempre se puede volver a empezar. Aunque toques fondo. Aunque te hayas revolcado en el fondo. Muy despacito se fue reconstruyendo. Sentí una admiración muy profunda, mucho respeto y cariño. Él y yo sabemos que encontramos un gran amigo uno en el otro. Luego de esa charla me fui al cuarto y lloré hasta que me dormí. Cuando me desperté me sentí liviana y feliz. Había liberado algo.
 
 
Esquel es una ciudad grande, con todo lo que ofrece una metrópolis, pero con ritmo de pueblo. No hay semáforos. Cuando empezás a cruzar, los autos paran.
Los ciudadanos son bastante participativos y en las calles se ven carteles en contra de la minería y otros asuntos que hacen a la vida en la ciudad.
 


Placa colocada en la Municipalidad
La municipalidad

 
Trevelin es chiquito y, me dio la sensación, más hermético. Cuidan con celo el mantener intactas sus costumbres galesas. Las construcciones son simples, poca decoración, pocos colores.
Como no podía ser de otro modo, probé uno de esos famosos té galeses, con sus exquisiteses características.
 



Luego visité el museo donde pude ver algunos objetos antiguos muy curiosos.
 
Taza con tapa bigote.
Antigua mamadera

Linterna

Máquina de escribir con una sola tecla

Los días que viví en Esquel y en el Parque Nacional han dejado una huella perenne en mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suscribíte al blog y viajá conmigo!