miércoles, 20 de marzo de 2013

Llegando y queriendo huir de Buenos Aires

Sabía que podía suceder y pasó. A principios de marzo me esperaba una reunión en Buenos Aires. Me impregnó un cierto pesar, la sensación era que de algún modo el viaje quedaba como cortado. Sin embargo, rápidamente le vi el lado hermoso: encontrarme con mi gente querida.
Aterrizar fue toda una experiencia. Del silencio y los espacios generosos de la montaña, pasar al caos, la humedad, las corridas y la multitud estresada de Buenos Aires. Un shock.
Al llegar a la casa de mi papá todo rodó con la más cotidiana normalidad. Eso me alivió. Los días subsiguientes fueron intensos. Mi ocupación fue encontrarme con mi amigos, con la familia, saber cómo están, contarles de mi viaje. 
Aproveché para hacer más liviana mi mochila y de a poco voy dándome cuenta que es cada vez menos lo que necesito y que cuando algo me falta, se abren oportunidades de conocer personas que me ayudan a resolverlo.
Gracias a toda mi gente querida por estos días plenos y sepan que los llevo en mi corazón a todas partes!



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