domingo, 1 de septiembre de 2013

Coroico, exuberancia y belleza

Luego de esperar unos días a que llegara Romi a La Paz, le dije a Flor que ese fin de semana partiría a Coroico. Me hablaron mucho de ese pueblo y me dijeron que no podía perdérmelo.
El domingo llegó Romi. Qué alegría verla! Nos pusimos al día rápidamente y Flor decidió que también quería conocer ese pueblo. Alrededor de las seis de la tarde ya estábamos camino a Coroico.
Allí esta viviendo Sofi. Hace tres años Sofía visitó la escuela de Yôga que yo dirigía. En ese entonces ella vivía en Olavarría, vino a buscar información y justo la atendí yo. Nos quedamos hablando alrededor de una hora, encontrando muchísimas cosas en común. Tomó algunas clases conmigo. Luego seguimos en contacto vía email.
Cuando estaba ya en Bolivia, me contó que vivía en Coroico y al ir a ese pueblo no dudé en visitarla. Finalmente se convirtió en nuestra anfitriona y nos abrió las puertas de su casa. Si uno lo piensa fríamente, parecía una locura. Pero este tipo de cosas suceden en los viajes.

El camino a Coroico comenzó tranquilo, pero a mitad del trayecto se largó a llover torrencialmente. Luego de dos horas de viaje, llegamos a un embotellamiento. La ruta estaba cortada y delante nuestro una serpiente de autos esperaba contorneando la montaña.
Menos Flor y yo, todos los demás eran moradores de Coroico. Yo hubiera preferido dar la vuelta hacia La Paz. Pero los demás querían seguir. Entonces el conductor tomó un "atajo". Dicho atajo era un camino por el que sólo se podía bajar. Es decir, que si por la lluvia estaba con algún derrumbe o demasiado embarrado, tendríamos que dejar la combi y seguir a pie bajo la lluvia.
Por suerte funcionó y llegamos alrededor de las 22hs. Nos metimos en el primer hostel que vimos y nos dispusimos a descansar.
Al día siguiente fuimos a visitar a Sofía. Pero como no estaba, nos dirigimos al pueblo a hacer algunas llamadas y utilizar internet. En medio de todas esas gestiones nos encontramos con Ramona y Steff, dos alemanes con muy buena onda que conocimos en Sorata y luego también compartimos unos días en la Isla del Sol. Fue genial vernos y combinamos para hacer una caminata al día siguiente a las cascadas.

Steff
Ramona



A la mañana siguiente Flor decidió volver a La Paz, para encontrarse con Romi y rumbear para el norte de Bolivia y yo salí de caminata con Ramona, Steff, Lori, Yotam, Elena y Tito. La combinación entre el paisaje, las montañas, los cóndores planeando cerca nuestro, las cascadas y la reunión internacional de viajeros fue perfecta. Coroico desborda de belleza. Tiene un clima tropical, con montañas selváticas llenas de plátanos, mandarinos, café, cacao, coca... flores de colores vivos.


En el camino nos pasó algo curioso. Como el día anterior había llovido tanto, estaba todo muy embarrado. En una de las calles del pueblo nos cruzamos con un señor que estaba con su combi atrapada en el barro. Nos detiene y nos pide que por favor, nos subamos a su combi para que pueda sacarla de ahí. Nos miramos entre nosotros. "¿No quiere que lo ayudemos a empujarla?", preguntó uno de los chicos. "No, no. Suban." Así lo hicimos. Una vez arriba nos ordenó: cuando yo encienda el motor, ustedes salten. Eso fue más extraño aún, pero le hicimos caso. Saltando y saltando, el auto salió del lodo. De recompensa, nos dio un aventón para que caminemos menos.



La caminata fue linda, alternando entre charlas muy interesantes con cada uno, contemplar la belleza del paisaje, sentir los aromas, el frescor de las cascadas, la intensidad del sol, el sabor de las mandarinas recién sacadas de los árboles.





Por estos días andaba con problemas con la tarjeta de crédito para extraer dinero de los cajeros. Ya estaba quedándome sin efectivo y tuve que regresar a La Paz al día siguiente para resolver este tema.
Hay una ruta que comunica Coroico con La Paz que es la más peligrosa de toda Bolivia. Se llama La ruta de la muerte, por ser donde más accidentes hubo. Hay infinidad de tours para hacer un trecho de esa ruta en bicicleta. Ahora no es tan peligroso porque no es tan transitado. Como la ruta nueva estaba cortada por el derrumbe, tuve que volver a La Paz por ahí. El camino es bellísimo y se ve como la selva se va transformando en puna. Sin embargo, estuve con el corazón en la garganta hasta que llegamos a La Paz. Es sólo para valientes.

Paisaje desde la combi, donde todavía es selva

El paisaje desde la combi, con nevados

Me dio pena quedarme tan poquitos días.


Para quienes quieran viajar:
  • Hay varias caminatas que pueden hacerse de forma indepeniente, aunque en información turística digan que no. Por ejemplo, se puede ir caminando a las casacadas. El camino 
  • Recomiendo el hostel Bicentenario. Desde afuera no se nota que es un hotel, pero por dentro es limpio, luminoso y lo atiende una anciana que es una abuelita hermosa. Da muy buena atención.
  • Si no se quiere hacer el tour en bici por la ruta de la muerte, una opción es volver en la combi por ahí. 
Gracias por acompañarme en este viaje! Te invito a compartir tus experiencias o lo que te generó la nota dejando algún comentario. Si pensás que le puede interesar a algún amigo, no dudes en compartirsela! Y si te interesa seguir leyendo las aventuras del viaje, te invito a registrarte en el blog. Hasta la próxima!

2 comentarios:

  1. que lindo fue leer tus impresiones de Coroico, hace un mes estuve alli un par de dias y me pareció hermoso sus paisajes y la gente que conoci alli, gracias me hiciste revivir esos momentos!

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  2. Que lindo relato, hace un mes estuve en Coroico, y me quede con una impresión re linda de la gente que allí conoci y de los paisajes tan magnificos! gracias por hacerme revivir esos momentos con tus palabras!

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